martes, 29 de mayo de 2007

ZODIAC: UN ALUVIÓN DE BUEN CINE


A estas alturas de la película albergábamos pocas dudas, la verdad sea dicha, acerca de la notable entidad artística de David Fincher, el director de títulos como Seven o El club de la lucha, por citar tan sólo los más afamados y, acaso, más redondos. Pero tras el visionado de Zodiac, su última cinta hasta la fecha, cualquier posible controversia tiende a diluirse. Fincher es un cineasta mayor que, con una filmografía aún no muy extensa, supera de largo al grueso de realizadores norteamericanos de la actualidad, excepción hecha de Spielberg, Scorsese y alguno más.

Para atrapar al espectador en la butaca durante cerca de dos horas y media, Fincher no necesita abrumar con cataratas de hemoglobina, ni marear al respetable mediante planos sincopados, de exigua duración. Se sirve de un guión de hierro, a la antigua usanza, de un puñado de actores en estado de gracia -con mención especial para Mark Ruffalo y Jake Gyllenhaal- y de una cámara sobria, que registra los hechos sin énfasis ni escorzos gratuitos, en un alarde de contención para los tiempos que corren.

El género de asesinos seriales ha dado en los últimos lustros tanto subproducto aparatoso y huero que Zodiac, por contraste, merece con creces el calificativo de obra maestra.

4 comentarios:

Libertariano dijo...

Hola Javier,

precisamente te acabo de enviar un email, cuando he pensado en pasarme por tu blog a ver qué comentabas: ¡justamente la crítica que estoy preparando para Libertad Digital!

Sin duda, un gran Fincher

Anónimo dijo...

Unas breves pero intensas vacaciones me han retrasado el comentario que tenía preparado para Zodiac. Me ha ocurrido lo que al amigo libertario.

Estoy de acuerdo que las tres horas de esta magnífica película son un prodigio de buen hacer. La conceptualidad de las imágenes nos remiten al mejor cine clásico de Hollywood.

O sea, que cuando los americanos meten el bisturí donde deben la operación les sale redonda.

JAVIER ORTEGA dijo...

Tienes razón, Anro. Al cine americano (norteamericano, vaya) se le podrán reprochar muchas cosas, pero cuando no cede a la tentación del efectismo, fácil y comercial, brinda obras tan contundentes como este film de Fincher, que resulta apabullante a fuer de sobrio y contenido.
Magnífica por cierto la crítica del amigo Santiago (uno de los nuestros) en Libertad Digital.
Fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Mark Ruffalo está sensacional. Es un actor al que aún no se le ha reconocido en toda su valía. Merece más papeles de nivel, como éste.